“Nunca serás feliz si te atormenta que algún otro está más feliz que tú” afirma
Séneca.
Este mismo filosofo dice “Cuando piensas cuántos se te adelantan,
ten en cuenta cuántos te siguen”.
Schopenhauer concluye: “No hay nada
más implacable y cruel que la envidia, sin embargo nos esforzamos en suscitar
envidia.” Por tanto, la envidia será un inconveniente para alcanzar la
felicidad.
El carácter que adquirimos con el tiempo, será una
manifestación de nuestra inteligencia y nuestra experiencia, y servirá para
conocernos a nosotros mismos. Conocernos es saber lo que queremos y lo que
podemos hacer en la medida de nuestras posibilidades. Es saber qué podemos
escoger de todas las opciones que la vida nos ofrece, es decir, escoger el
camino más acertado a nuestras capacidades. Si no nos conocemos lo suficiente, nos estaremos equivocando continuamente y por eso la persona envidiará. Porque
elegirá caminos apropiados al carácter de otros, no al suyo. Por ejemplo,
el pez no puede envidiar al pájaro, cada uno está en el ambiente que le es
propio. Hace su vida de acuerdo a sus propias posibilidades, no uno mejor ni peor que otro, sino distintos.
Por ese motivo es necesario conocer nuestros propios valores y nuestras limitaciones, para saber elegir lo que realmente necesitamos. Solo así podemos adquirir la autoestima necesaria para creer en nosotros mismos, sintiendo admiración, que no envidia por lo que hacen los demás.