Nada de lo que hacemos o decimos se pierde en el vacío. El aire está lleno del pensamiento de todos. Almafuerte. (1854-1917)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Publicidad, libertad, felicidad.

Entiendo que mediante el pensamiento crítico hacia el sistema podemos emanciparnos y sentirnos libres. Pero lo cierto es que algunos aspectos de nuestra realidad se nos escapan de las manos. La publicidad es uno de ellos, ya que es capaz de modifica el comportamiento humano y la percepción de la realidad. Analizar esta realidad, será la forma de liberarnos de esas formas de dominio.

A través de los medios de comunicación de masas se imponen unos valores, un lenguaje, unas necesidades y una conducta. Estos valores no emancipan ni son creativos ya que se reciben de forma pasiva.



El destino del individuo está establecido por el sistema, dice Theodor Adorno (1903-1969). Marcuse, filósofo también contemporáneo, denuncia la forma de represión que se produce a través del sistema capitalista. Dice que detrás de la aparente permisividad y bienestar económico existe un sistema de represión e instrumentalización de conciencias.

Todos somos víctimas de este sistema, pero existen colectivos en que inciden aún más las técnicas y la manipulación publicitaria. El objetivo es crear unas necesidades superfluas en el individuo y convertirlos en consumidores. Vemos anuncios dirigidos hacia los niños, los jóvenes y los hombres. Pero sobre todo enfocados hacia las mujeres por ser este, el grupo social que más consume. Parece que el 80% de las compras están realizadas por ellas. Por tanto no es extraño que la mujer sea objeto de deseo y protagonista de la mayor parte de los anuncios publicitarios. Las técnicas publicitarias deben estar al gusto de las mujeres, aunque es verdad que ese gusto es tan modificable como lo es la propia publicidad. Hacia ellas van dirigido una serie de valores y un modelo estético del que es difícil escabullirse. Al final se convierte en reina y esclava de un sistema que promete la felicidad.

Por último, la frase del publicista Fréderic Beigbeder.
La publicidad exhibe la ilusión de la felicidad para ocultar su verdadero mensaje, que es el de la carencia y el de la insatisfacción, así los anuncios convierten la vida en un espectáculo ilusorio: En mi profesión nadie desea vuestra felicidad porque la gente feliz no consume.”

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