El subdesarrollo andaluz tiene algo más de un siglo y es el resultado de la desigual división territorial del trabajo impuesto por el capitalismo: en Cataluña y el País Vasco situaron las industrias, quedando Andalucía en manos de los grandes terratenientes, como productora de materias primas. Este hecho ha producido una dependencia económica, política y de alienación cultural.
Andalucía se especializó en el sector agrario, pero sobre todo en mano de obra barata. La imposición del sistema capitalista provocó la destrucción de los bosques autóctonos y de la rica fauna andaluza. Mediante las reformas agrarias se desamortizaron tierras comunales en comarcas donde se dependía de ellas. El fin era crear servidumbre y jornaleros/as.
En estas circunstancias no interesaba crear lazos de solidaridad a través de una cultura común. Lo único que convenía era su trabajo y su sometimiento. Ni siquiera se enseñaba en los colegios el pasado revolucionario de Andalucía y siempre me pregunté ¿Por qué pasando tantas necesidades no se rebelan? La respuesta es que no nos han enseñado y por supuesto no las han promovido. Mucho menos desde la Iglesia que siempre ha predicado una resignación cristiana y “que sea lo que Dios quiera”.
Este es uno de los grandes males de Andalucía : el conformismo y la aceptación impasible.
Asumimos ser un “país atrasado” sin conocer el por qué. Hoy día se investiga si la imposición del modelo de producción inglés fue lo más conveniente para Andalucía ya que no tuvo en cuenta ni el clima, ni la orografía, ni la cultura. Los datos comparativos con otros países europeos siempre perjudicaban a nuestro territorio, de ahí el concepto de atraso. Sin embargo actualmente se propugna una agricultura sostenible y natural. La que tenía Andalucía antes de la imposición del capitalismo, cuando los sistemas agrarios tendían al equilibrio, y al crecimiento sostenible más que al crecimiento continuo. Pero al antropocentrismo imperante de dominio de la Naturaleza, la creencia de que al depender de medios naturales, más atrasado se está, o el concepto de tierras incultas en sentido peyorativo, conforma el tópico de atraso.
Andalucía se especializó en el sector agrario, pero sobre todo en mano de obra barata. La imposición del sistema capitalista provocó la destrucción de los bosques autóctonos y de la rica fauna andaluza. Mediante las reformas agrarias se desamortizaron tierras comunales en comarcas donde se dependía de ellas. El fin era crear servidumbre y jornaleros/as.
En estas circunstancias no interesaba crear lazos de solidaridad a través de una cultura común. Lo único que convenía era su trabajo y su sometimiento. Ni siquiera se enseñaba en los colegios el pasado revolucionario de Andalucía y siempre me pregunté ¿Por qué pasando tantas necesidades no se rebelan? La respuesta es que no nos han enseñado y por supuesto no las han promovido. Mucho menos desde la Iglesia que siempre ha predicado una resignación cristiana y “que sea lo que Dios quiera”.
Este es uno de los grandes males de Andalucía : el conformismo y la aceptación impasible.
Asumimos ser un “país atrasado” sin conocer el por qué. Hoy día se investiga si la imposición del modelo de producción inglés fue lo más conveniente para Andalucía ya que no tuvo en cuenta ni el clima, ni la orografía, ni la cultura. Los datos comparativos con otros países europeos siempre perjudicaban a nuestro territorio, de ahí el concepto de atraso. Sin embargo actualmente se propugna una agricultura sostenible y natural. La que tenía Andalucía antes de la imposición del capitalismo, cuando los sistemas agrarios tendían al equilibrio, y al crecimiento sostenible más que al crecimiento continuo. Pero al antropocentrismo imperante de dominio de la Naturaleza, la creencia de que al depender de medios naturales, más atrasado se está, o el concepto de tierras incultas en sentido peyorativo, conforma el tópico de atraso.
Posteriormente se nos adjudicaron algunos tópicos más que conformaron la "forma de ser" andaluza, que consciente o inconscientemente asumimos.
Ser rico es barato
ResponderEliminarCuando mas avanzo en la vida, más me convenzo a mí misma, que la felicidad de los humanos está, no en las grandes fortunas, sino en ser afortunados con las grandes personas que nos rodean.
Vivimos engañados. Aspiramos continuamente al poder, a tener, sólo pensamos en lo material como fin que nos proporcionará la felicidad. Esa felicidad que todo ser humano aspira. Cosumimos vida, sin darnos cuenta, que dejamos de lado las verdaderas riquezas que nos rodean. Son riquezas sencillas y “baratas” pero importantes, a las que todo ser humano puede acceder sin ningún tipo de condición social, raza, ideología o sexo.
Un buen amigo con quien compartir momentos y a quién aceptar. Adoptando una mirada incondicional y amiga, que nunca juzga, nunca domina, con capacidad para entender y ver las cosas desde dentro de la otra persona. Así entiendo yo la amistad, una riqueza barata, a la que debería aspirar el ser humano.
Llevas razón Loly, lo que pasa es que esa riqueza de la que hablas no se puede medir.
ResponderEliminarPor tanto, cuando se echa mano de los números unos salen más beneficiados que otros, pero eso no quiere decir que sean pobres los que tienen un índice medible más bajo.
¿Recuerdas una canción que decía:"Solamente lo barato se compra con dinero..."? Pues eso, el mayor tesoro es la amistad... la buena amistad.